Como todo en el reino de Dios, sus leyes contradicen las leyes de los hombres. Para ser primeros, debemos ser servidores de todos; para estar cerca del Padre, tenemos que amar a nuestros enemigos; para alcanzar la vida de Jesús, debemos morir a la vida de la carne. Así también es con las ofensas. Para madurar y para ser útiles en el reino, es necesario que recibamos ofensas y que, en vez de vengarnos, amemos a nuestro ofensor, tengamos misericordia de él, lo perdonemos, lo levantemos en oración y le devolvamos bien por mal.
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
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sábado, 23 de marzo de 2013
sábado, 18 de agosto de 2012
domingo, 1 de julio de 2012
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